miércoles, 29 de febrero de 2012

Confesiones.

Yo se que en los valles dormirá la noche,
que la nieve viene por el bosque,
se que el cauce tiembla por la niebla fría
y el monte sin luz por sus piedrecillas.

Comprendo el sonido de las tardes mudas
en las muertas hojas de la sepultura,
la boca con que van los perros
sufriendo en la gloria de cristal de invierno.

Puedo asir de un golpe, con un solo puño
todo el gusto a hierbas de los altos muros,
o el surco gris cubrir las hormigas
que extrañan el musgo de su cuenca antigua.

Yo que soy un rastro de madreselvas
se que el viento llora al perfumar sus peñas,
-raso de locura el ventanal del tiempo
no resiste el golpe de los troncos secos.-

Y sólo te pido color de flor
para abrir los huecos
donde van a parar las lluvias,
tu sombra aterida
en la extensión del agua
que inunda los juncos
de las blancas llagas.

Por momentos creo desdoblarme
y buscar refugio en tu abrazo
quedarme como prendido de tu boca.
Tu imagen en la memoria
enciende el deseo de un beso
y te devuelves a mi en formas
casi verdaderas que siento el dulzor
de tus labios sin siquiera
haberlos probado.