miércoles, 1 de febrero de 2012

Tu Nombre.

Dicen que proviene del Arameo,
refiriendo a quien sabe escuchar,
luego ante los Griegos
se llenó de dulzura y bondad.

Será entonces por eso
que de sólo escucharlo
se me llena el sueño
de deseo y antojo.

Quiero anclar mi alma
junto al crepúsculo que besa tu frente
y retornar con él a tu seno
para dormir la calma
que todo mi ser ausenta.

Quiero el tallo de tu vida,
enterrarlo en mi pecho
para darte desde adentro
la savia de mi tiempo.

Dejame pensar que puedo
tenerte conmigo toda una vida,
dejame soñar siquiera,
que serán tus labios siempre míos,
que no habrá primaveras
sin amaneceres encendidos
y que cada verano será un himno de amor.

Dejame soñar siquiera
que eres mía, tan sólo mía
para encontrarte eternamente
en mi, sin heridas;
déjame decir tu nombre
y sentir que dulcemente
escuchas los inefables
te quiero que grito a tus ojos.